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EL CASCO DE MOTOCICLISTA

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Nosotros, que somos del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación (1 Tesalonicenses 5:8, NVI).

Dustin me llevó a la entrada, donde su papá esperaba con la motocicleta. 

 

–¿Estás lista? –me preguntó el señor Gold, sonriendo ante mi vacilación–. Recuerda: inclínate al mismo lado que yo. Si te inclinas hacia el lado contrario, puede haber percances. ¿Está bien? 

 

Yo asentí, y el casco de motociclista osciló de arriba abajo con más entusiasmo del que yo sentía. Luego de subir a la motocicleta, el señor Gold y yo salimos a la calle y a pasear por el vecindario en la moto. Inclinarme hacia el lado correcto me fue más fácil de lo que esperaba, pero pronto noté que los cambios frecuentes de velocidad me arrojaban incontrolablemente hacia adelante y hacia atrás. En cierto momento, mi cabeza rebotó contra la del señor Gold. Afortunadamente, ambos teníamos cascos puestos. Cuando volvimos a la casa, Dustin intentó ayudar a quitarme el casco, pero costó que soltara a mi pobre cabeza. Cada vez que intentaba levantarlo, mi cabeza subía junto con el casco. Tuvo que forcejear un ratito para liberar mi cabeza. 

 

Los cascos nos mantienen a salvo, y uno bueno no sale fácil de la cabeza. Por eso, Pablo se refirió a la esperanza de salvación como un casco. Dijo: “Nosotros, que somos del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación” (1 Tes. 5:8, NVI). La salvación nos rescata del pecado y del dolor eterno, así como un casco de motociclista nos mantiene a salvo cuando chocamos contra otra cabeza o tenemos un accidente. Y así como un buen casco, la salvación está para ayudarnos. No la perdemos por accidente en el camino. Dios ansía tanto salvarnos que ha hecho todo lo que puede para asegurarse de que lleguemos al cielo. La salvación es nuestra, si la aceptamos. 

 

Cuando nos preocupamos por tentaciones o pruebas, hacemos bien. Experimentaremos golpes en el camino, y hasta puede que nos accidentemos de vez en cuando. Pero con la protección de Dios, saldremos victoriosos y listos para una vida más allá de las nubes de los cielos.

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