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UN PAR DE MEDIAS

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Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (Marcos 1:35).

Mis pies parecían insinuarle a la gente que yo todavía quería ser joven. Especialmente en mi primer año como profesora, cuando las medias disparejas eran la moda, la gente miraba mis dos medias distintas y sonreían como si hubiera sido algo deliberado. Pero, lejos de querer estar a la moda, simplemente me costaba mantener juntos los pares de medias. Entraban a la secadora (secar ropas) en distintas tandas o se me salían de los pies mientras dormía. Caían detrás de la cómoda (el gavetero) o se escondían en una valija. ¡Nunca podía encontrar un par de medias iguales! Tardé demasiado en descubrir que si quería que un par de medias permaneciera junto, tenía que mantenerlas dobladas juntas en todo momento. 

Cuando me las sacaba, tenía que doblarlas. Cuando las ponía en el lavarropas, tenía que mantenerlas dobladas juntas. Cuando las transfería a la secadora, debían seguir dobladas juntas. En cada paso del camino, tenía que mantener las medias juntas. 

 

Si queremos permanecer cerca de Dios, debemos hacer un esfuerzo constante por estar conectados con él. Cuando nos despertamos, podemos orar y leer un devocional. Cuando estamos camino a clases, podemos escuchar una estación de radio cristiana. Cuando almorzamos, podemos no solo agradecerle a Dios por los alimentos, sino también hablar con él sobre cómo nos fue en la mañana. Antes de acostarnos, podemos leer la Biblia y agradecerle a Dios por sus bendiciones. 

 

Jesús conocía la importancia de una conexión continua con el Padre. La Biblia nos cuenta que Jesús a menudo se despertaba temprano a la mañana para ir a un lugar tranquilo a orar. Al mirar a Jesús como nuestro ejemplo, debemos encontrar un momento para conectarnos con Dios. Antes de parecernos a una media caída detrás de la lavadora (lavarropas), podemos aprovechar cada oportunidad para conectarnos con Dios a lo largo del día.

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