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Si en tu vecindario alguna casa tiene una cerca (valla) de madera (y tus vecinos no son del tipo que sospechan de todo), da una caminata hoy y prueba un pequeño y sutil experimento que llamo “el aplauso de ola”. Solo tienes que encontrar una cerca de madera, pararte frente a ella y aplaudir una vez. Entonces, escucha con atención. En lugar de escuchar un eco rápido, escucharás una serie de sonidos en eco en rápida sucesión, que lentamente cambian de tono. Esto ocurre porque las ondas de sonido de tus manos chocan contra cada estaca de la cerca, comenzando desde la que está más cerca de ti. Las ondas de sonido viajan de nuevo hacia ti en intervalos regulares, dependiendo del espacio entre las estacas. Cuando termines de aplaudir frente a la cerca de tu vecino, vuelve rápido a tu casa, antes de que alguien te vea.
Así como cada estaca de una cerca hace eco a un aplauso de tus manos, de cierta forma las personas te prestan atención e imitan tus acciones. Si eres el mayor de tus hermanos, como yo, probablemente ya experimentaste este concepto, pero les pasa a casi todas las personas. Por eso, debemos esforzarnos por ser buenos ejemplos, no importa cuán jóvenes o incapaces nos sintamos. Según Pablo, ¡nunca somos demasiado jóvenes para ser un ejemplo! Él dijo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, si no sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Tim. 4:12). Es cierto: los padres, los profesores y los pastores deberían ser un buen ejemplo para los jóvenes, pero he perdido la cuenta de cuántas veces he recibido aliento e inspiración de mis alumnos. El hecho de que sean jóvenes solo refuerza cuán impresionante es su ejemplo, y agradezco a Dios por poner a estos jóvenes en mi vida. Tú también puedes inspirar a otros, que verán tus actitudes positivas y harán cambios para bien. Solo recuerda la cerca de madera y pídele a Dios que te haga una buena persona, digna de imitar hoy.