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UNA LIGA PARA EL CABELLO

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Tus ojos miren lo recto, fija tu mirada en lo que está delante de ti (Proverbios 4:25).

Mucho antes de conocer a Dustin, me “enamoré” irracionalmente de varios muchachos que ni conocía realmente. Por supuesto que esos enamoramientos venían con nombres en código y secretismos. Por eso, te contaré de uno de mis “amores” de la escuela secundaria más entretenidos, a quien llamaremos Casa Roja. Una mañana, mientras estábamos en una gira de la orquesta a Canadá, miré al otro lado del autobús y vi a Casa Roja con una liga para el cabello en la muñeca. 

–¡Serena! –susurré–. ¿Por qué tiene una liga para el cabello? 

 

–Debes preguntarle. 

 

Tardaría la mañana completa en planificar esta pregunta. Mi amiga Serena y yo conversamos sobre la estrategia que usaría. En lugar de simplemente caminar hasta donde estaba sentado él y preguntarle por qué tenía una liga para el cabello, le preguntaría si me la prestaba. ¿Cuál era el problema? Ya tenía el cabello atado. 

 

El autobús se detuvo frente a la torre de Calgary, y todos nos bajamos y entramos al edificio. Al llegar a la cima de la torre, se me ocurrió la respuesta a mi dilema: dos colitas. Les pedí a todas mis amigas que escondieran sus ligas para no “poder” pedírselas prestadas, y me até la mitad izquierda del cabello con mi liga. Entonces, fingí juntar la otra mitad del cabello mientras miraba todo alrededor buscando a Casa Roja. Serena me hizo una mueca. 

–¿Dónde está? 

 

–No lo he visto. 

 

Seguí caminando con la mitad del cabello recogido durante media hora, hasta que finalmente encontré a Casa Roja en la tienda de recuerdos. Le pregunté casualmente al grupo si alguno tenía una liga, y cuando nadie respondió, le pregunté a él si podía usar la suya. Resultó ser solo una bandita elástica, pero sirvió. Misión cumplida. 

 

Las ligas sirven, además, para mantener el cabello alejado de los ojos para que puedas ver con claridad. En un sentido espiritual, Dios quiere que siempre miremos hacia adelante con claridad. Salomón escribió: “Tus ojos miren lo recto, fija tu mirada en lo que está delante de ti” (Prov. 4:25). En lugar de distraernos continuamente o de permitir que nuestra vista se nuble, debemos mirar fijo a Jesús. Si descubres que algo obstaculiza tu visión, pídele a Dios que use su “liga para el cabello” y te ayude a mantener los ojos puestos en él.

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