|
Mi hermana Michelle a veces encuentra diversiones entretenidas. Por ejemplo, una tarde, mi mamá, Michelle y yo habíamos salido a caminar por el vecindario y Michelle descubrió un remo para kayak en el basurero del vecino. El remo estaba en perfectas condiciones. Michelle llevó a casa su nuevo tesoro, pero en lugar de sostenerlo con una mano como cualquier persona haría, ella fue “remando” por todo el camino. Al día siguiente, cuando salimos a caminar, el remo de kayak salió de paseo también. Michelle se convirtió en nuestra guía, y cada día, al caminar por el vecindario, Michelle remaba por la acera (vereda), advirtiéndonos de la fuerte corriente y guiándonos por los rápidos.
A veces, el clima obstaculizaba estos paseos por el vecindario. En esos casos, Michelle buscaba una cesta de ropa y lo ubicaba sobre una manta (cobija) azul. Se ponía un casco de ciclista y las gafas de natación, y ponía un plato con agua sobre la manta. Entonces, tomaba el remo para kayak y saltaba en la cesta, lista para enfrentar el océano.
Si Michelle hubiera encontrado dos remos entre la basura aquella fatídica mañana, sé que hubiera querido que me uniera a ella en sus aventuras. Afortunadamente, un remo para kayak no necesita compañía. Tiene una paleta en ambos extremos del agarre y puede surcar el agua a ambos lados de la cesta de ropa. Este remo de dos lados me recuerda a la Biblia, que Pablo describió como “más cortante que toda espada de dos filos” (Heb. 4:12). Dijo que la Palabra de Dios puede dividir el alma y el espíritu, y hasta puede ayudarnos a discernir nuestros pensamientos. Un remo para kayak divide la fuerza de empuje entre el lado derecho y el izquierdo de la cesta de ropa, pero también gira y frena. Ese remo único es responsable de cada movimiento que hace la cesta. De manera similar, la Biblia tiene muchos propósitos y mucha responsabilidad. Podemos usarla “para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17). Michelle abandonó su remo hace años, pero la Biblia siempre nos guiará a través de las peores corrientes de la vida.