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Mi amiga Paige tiene una variedad impresionante de suministros para álbumes de recortes, y usa esos álbumes para documentar sus momentos preferidos de la vida. Paige usa calcomanías, plumas de caligrafía, recortes y papeles especiales para decorar sus fotografías, y guarda las páginas terminadas en libros especiales para poder mirarlos y recordar con alegría los conciertos, las fiestas de cumpleaños y las giras con la orquesta. Por supuesto, Paige nunca incluiría imágenes de una pelea con una amiga, ni se le ocurriría pegar un recorte de una tarea en la que le fue mal. Pues incluso si Paige peleara con una amiga y le fuera mal en una tarea, incluir eso iría en contra del propósito de un álbum de recortes: recordarnos los momentos más felices de la vida.
Dios nos mira de manera similar a como Paige mira sus álbumes de recortes. Él nos ve desde la perspectiva más positiva posible. Si le pedimos perdón por nuestros pecados, él deja de ver esas imperfecciones. Nos dice: “No me acordaré de tus pecados” (Isa. 43:25). En cambio, pasa por alto nuestros fracasos y ve cuánto nos ama.
Si Dios nos demuestra tanta misericordia, puede ayudarnos a hacer lo mismo con otros. En lugar de traer a la memoria las pasadas culpas de nuestros amigos, y de quejarnos sobre los errores que cometieron hace años, podemos verlos como álbumes de recortes y recordar solo los momentos maravillosos que pasamos juntos.