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LOS CÓDIGOS DE BARRAS

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En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad (Efesios 1:4, 5, NVI).

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! 

 

Karin había recibido una caja registradora de Barbie para su cumpleaños, y ahora escaneábamos con entusiasmo todos los objetos de juguete. La caja registradora incluía efectos sonoros… ¡efectos sonoros! Soñábamos con escanear códigos de barras en el mundo real. Pero con el pasar de los años, el bip, bip, bip de la caja registradora llegó a tener connotaciones negativas, ya que disminuía nuestros recursos ya limitados. Para cuando crecimos un poco y ya éramos jovencitas, no queríamos saber nada de ese sonido. 

 

Los códigos de barras nos permiten escanear objetos y buscarlos en un sistema. Tienen información sobre las paletas de helado, los libros de la biblioteca, los maletines para computadoras portátiles, los videojuegos, y objetos innumerables que vemos día a día. Los códigos de barras también nos dan información sobre el valor de un objeto. Cuando no encontramos el precio de algo, podemos deambular por el negocio buscando las grandes flechas amarillas en el techo que apuntan a la máquina donde podemos escanear nosotros mismos los objetos y averiguar su costo. 

 

A veces nos preguntamos cuánto valemos nosotros. Efesios 1:4 y 5 puede actuar como nuestro código de barras personal. Dice: “En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo”. Dios planeó hace mucho tiempo adoptarnos como hijos suyos. Recuerda: estamos hablando del Dios del universo. Tiene más poder y virtud que cualquier otro ser, y quiere que seas parte de su familia. Dios te eligió. “Ustedes son linaje elegido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped. 2:9). 

 

Si alguna vez dudas de tu valor, recuerda el precio que Él pagó por ti. Dios envió a su Hijo, quien entregó su vida por ti. Así de mucho piensa tu Creador que vales.

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