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Las perforadoras de papel adornan los escritorios de muchos profesores y empresarios. Mis alumnos suelen acercarse a mi escritorio para pasar largos ratos perforando papeles. Generalmente, cuando se llena el espacio que contiene los desechos, lo vaciamos en la basura y seguimos adelante. Mi hermana Michelle tuvo una mejor idea.
Con siete años de edad, Michelle decidió comenzar un nuevo negocio: “Señaladores y Más”. Tomaba papeles de anuncios viejos y los perforaba para hacer hermosos señaladores, mantelitos individuales y tarjetas de cumpleaños. En lugar de tirar a la basura los círculos de papel, Michelle los juntaba todos, mezclaba los colores, y los vendía en bolsitas como confeti. La idea puede sonar simple, pero Michelle convenció a muchos amigos y familiares a comprar sus productos de papelería para su uso personal.
A algunos nos parece fácil deshacernos de una moneda, una servilleta o media hora, como si fuera algo pequeño e intrascendente. Pero ¿qué pasaría si juntáramos esas monedas para comprar botellas de agua para los necesitados? ¿Y si guardáramos las servilletas para derrames accidentales? ¿Y si pasáramos media hora en oración en lugar de en la computadora? Jesús dijo que “el que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Luc. 16:10). Si somos responsables con las cosas pequeñas ahora, será más probable que demostremos responsabilidad en las cosas más grandes a lo largo de la vida.
Una perforadora guarda muchos puntos de papel que pueden parecer basura, pero una mente creativa puede convertirlos en confeti para invitaciones, o en decoraciones para álbumes de recortes. De la misma forma, un corazón laborioso puede encontrar un uso responsable para cada pieza de “basura” que la vida nos arroja.