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LAS HOJAS DE SECADORA

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No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo –los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la soberbia de la vida– no procede del Padre, sino del mundo. Y el mundo y sus deseos se pasan; en cambio, el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Juan 2:15-17).

Puede que me confunda entre el detergente para la ropa y el suavizante, pero siempre reconozco y uso las hojas de secadora. Olvidarse de incluir una hoja en la secadora tiene resultados negativos inmediatos. Si has tenido que sacar una carga de ropa seca de la secadora sin haber incluido una de esas hojas salvadoras, entiendes el problema. Toda la ropa está hecha un bollo y llena de energía estática, y le da un toquecito a cualquiera que se atreva a separar las prendas. 

 

Las hojas de secadora existen para eliminar la electricidad estática en la ropa y evitar que las prendas queden pegadas entre sí. Así, la Palabra de Dios evita que nos aferremos a las ocupaciones terrenales con lujuria y avaricia. Si nos aferramos a esas cosas ahora, sufriremos una descarga repentina cuando entremos a un cielo donde solo hay pureza y felicidad. Y como Dios no quiere llevar a nadie que no vaya a disfrutar del cielo, debemos prepararnos para ese ambiente sano ahora. En lugar de aferrarnos a mensajes de los medios o al dinero que podamos ganar con un trabajo de verano, Pablo dijo: “Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2). Podemos leer la Palabra de Dios y prepararnos para ser elevados del mundo en una transición tranquila y sin descargas eléctricas.

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