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Ha llegado la temporada de las reuniones campestres, junto con las multitudes de asistentes, los himnos cantados en grupo, la comida del comedor y las actividades de la Escuela Sabática. Los niños de la clase de Primarios harán manualidades espectaculares, los más pequeños harán sonar campanitas mientras sus madres cantan, y los jóvenes estudiarán a fondo la Biblia, relacionándola con temas actuales de la sociedad.
Algunas reuniones campestres usan carpas blancas enormes para las reuniones generales. Estas estructuras gigantes de lona dan refugio a cientos de personas. Las carpas de semejante tamaño no podrían permanecer en pie si no tuvieran grandes estacas de metal que las arraigan al suelo. Hay abundancia de estacas cuando se alzan las carpas, y, con suerte, seguirá habiendo la misma cantidad a la hora de desarmarlas. Mantienen la estructura para que no se derrumbe.
Las carpas de las reuniones campestres necesitan estacas largas para no caer, y los cristianos dentro de las carpas necesitan un ancla todavía más fuerte para mantenerse firmes en su fe. El autor de Hebreos explicó una de esas anclas en Hebreos 6:19, cuando dijo: “Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios”. La esperanza en Jesús evitará que nos caigamos durante las pruebas y decepciones más fuertes. Cuando recordamos que Jesús está en el Lugar Santísimo en este momento, intercediendo por nosotros, nos damos cuenta de que no necesitamos preocuparnos por nada, excepto por mantener nuestra relación con él. Cuando entendemos esto, es poco probable que un viento nos arrastre o que colapsemos por el peso de una tormenta. Querremos permanecer con aquel que nos ama y que es más fuerte que cualquier tormenta de reunión campestre.