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LOS TROZOS DE UÑAS DE LOS PIES

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Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte (Santiago 1:15).

Algunos niños hacen maquetas de volcanes como proyecto de ciencias. Otros crean sus propias baterías eléctricas. Mi mamá, mi hermana y yo experimentamos científicamente cortándonos las uñas y poniendo los trozos en un frasco. 

 

Este proceso parece muy sencillo, pero el resultado fue espantoso. Sobre los trozos de uñas crecieron hongos grises, verdes, marrón y negros que se esparcieron por la pequeña colección de uñas cortadas a una velocidad espeluznante. Habían desaparecido los restos inocentes de una clásica pedicura de arcoíris. En cambio, crecían suciedades asquerosas. 

 

Las uñas de los pies no son tan horribles cuando crecen. Los trozos de uñas recién cortadas pueden hacer que las personas se sientan un poco más incómodas, ¡pero los trozos llenos de hongos con una semana de antigüedad despiertan asco! 

 

Antes de que juzgues mi experimento científico, permíteme sugerir que tú has incursionado en experimentos similares. Romanos 3:23 nos dice que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Ver cómo trozos de uñas se vuelven negros a causa de los hongos no es nada comparado con ver cómo pecados “inofensivos” se convierten en tiranos destructivos. Torcer la verdad sobre la tarea de Lengua, hojear revistas con imágenes sugestivas pueden haber sido actividades aparentemente inocentes al principio; pero cuando el plagio amenaza con dar fin a una carrera profesional y la pornografía deteriora relaciones valiosas, vemos esas malas decisiones como lo que realmente son: pecados. Santiago nos dice que el pecado no deja de crecer hasta que llega a una muerte oscura, sucia y horrible. Pero entonces, ¿qué esperanza tenemos? 

 

Cuando terminamos el experimento familiar con los trozos de uñas, tiramos toda esa mezcla repugnante a la basura y llevamos la bolsa afuera. Dios puede hacer lo mismo con nuestros pecados, sean grandes o pequeños. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). No necesitamos esperar a que nuestros malos hábitos estén fuera de control. Dios nos puede limpiar hoy.

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