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UN CAMIONCITO DE HELADOS

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Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien (Salmo 13:6).

Uno de mis amigos creció con un concepto equivocado de los camiones de helados. Su madre le había dicho que los camioncitos heladeros solo hacían sonar música cuando se habían quedado sin helado. Por supuesto, esta declaración no podía estar más alejada de la realidad. Cuando los camiones de helados están llenos de paletas heladas, bombones helados y conos de helado, hacen sonar sus canciones a todo volumen. Entonces, cuando los niños oyen las conocidas melodías, saben que viene el camión de helados, y corren para comprarse uno. 

 

Dios derrama bendiciones y regalos mucho mejores que el helado. Nos da “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gál. 5:22, 23). ¡De eso sí que vale la pena cantar! Como un camioncito de helados, debemos cantar alabanzas a Dios por las bendiciones con las que nos llena la vida. Podemos alabarlo por medio de nuestras conversaciones en el colegio, de un artículo para el boletín de la iglesia o de una parte especial musical en una reunión. Cuando las personas escuchen cuán felices nos hace Dios, quizá querrán correr a él y obtener algunas bendiciones ellos también.

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