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Cada vez que llega el verano, lamento ser demasiado adulta para correr bajo los aspersores (rociadores) en traje de baño. Mi papá solía conectar la manguera de jardín a la llave (grifo, chorro), y el otro extremo al aspersor, y ponerlo en los lugares donde el césped estaba más seco. Mientras mi hermana y yo pensábamos que el aspersor existía solamente para entretenernos durante el verano, su verdadero propósito era mantener vivo el césped.
Sin una manguera de jardín, un aspersor no sería muy útil. Supongo que se podría conectar el aspersor directamente a una llave, con los conectores correctos, pero así solo la pared y un pedacito pequeño de jardín recibirían agua, y los niños se pegarían al costado de la casa para intentar jugar en el agua del aspersor. Sin embargo, con una manguera, el aspersor puede colocarse en cualquier lugar del jardín donde el césped se está resecando; puede proveer agua y sanar al jardín durante los días más calurosos del verano.
Necesitamos tener la actitud de una manguera de jardín. En lugar de sentarnos en un lugar y ayudar solo a las personas de nuestra clase o nuestra iglesia, debemos ir al mundo para alcanzar personas que están “resecándose” y que nunca han escuchado del amor de Dios. Podemos hacer viajes misioneros con la academia o la universidad, y podemos apoyar a misioneros a través de ADRA, la Radio Mundial Adventista y otras organizaciones que buscan hacer una diferencia en todo el mundo.
Sí, debemos regar el pedacito de “césped” en el que vivimos, pero cada día mueren personas sin conocer a Dios. En el libro de Romanos, Pablo exhortó a los romanos a salir y predicar las buenas nuevas del evangelio. Él preguntó, ¿cómo sabrán si nadie les cuenta? ¿Y cómo les contarán si no salen de su zona de comodidad y riegan otros patios? Adopta la actitud de una manguera de jardín y pídele a Dios que te use cómo y dónde él quiera.