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Las cámaras fotográficas descartables han perdido gran parte de su popularidad en la última década, ya que las cámaras digitales y los teléfonos inteligentes ahora proveen una forma más conveniente de sacar fotos. Pero cuando yo era joven, recuerdo la emoción que sentí al recibir una cámara descartable para las vacaciones familiares. Esa cámara tenía espacio para 32 fotos, y yo fotografié un campo con búfalos, una cascada y un géiser. Cuando mis padres me llevaron a revelar la película una semana después, el técnico abrió mi preciada cámara y la tiró a la basura. Solo se quedó con el rollo de película. Pero no lamenté la pérdida de la cámara; las fotos que tomé con ella permanecían. De hecho, ¡todavía las tengo!
Es cierto que las cámaras descartables no duran para siempre, pero capturan recuerdos que duran toda la vida. Así, nosotros tenemos cuerpos mortales que no durarán para siempre. Nuestro cuerpo envejece y muere, y luego se descompone y vuelve al polvo. ¡Pero la muerte no marca nuestro final! Así como llevaron mi rollo de fotos a un cuarto oscuro antes de que yo pudiera ver las fotografías, nosotros vamos a pasar por un sueño profundo y oscuro cuando muramos. No tendremos recuerdos de eso, porque “los muertos nada saben” (Ecl. 9:5). Pero cuando Jesús venga en las nubes para restaurarnos, nos transformará. Ya no veremos nuestros antiguos cuerpos imperfectos, así como nunca más veremos esa cámara descartable. En cambio, estaremos completamente revelados a la imagen perfecta de Dios: una imagen que nunca se deteriorará.