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Cuando decido hacer ejercicio, saco un mini trampolín y salto al ritmo de mis canciones favoritas. Cuando Dustin hace ejercicio, busca las mancuernas y realiza una reconstrucción dramática del “Numa numa”. Todos tenemos que empezar con algo.
Si un fisicoculturista (body builder)se presentara en una competencia con mancuernas de dos kilos, imagino que pronto se retiraría con mucha vergüenza. Pero ningún adolescente flaco puede levantar un coche sobre la cabeza en un principio. Tiene que desarrollar su musculatura; por eso se emplea el término fisicoculturista.
Todos conocemos el versículo que dice: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Sant. 2:17); pero Pedro escribió que la fe sigue siendo el mejor lugar para comenzar, así como las mancuernas de dos kilos son un buen punto de inicio para un atleta principiante. Sin embargo, una vez que le pedimos fe a Dios, podemos comenzar a hacer grandes cosas por él. Él comienza a desarrollarnos al añadir virtud, “a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Ped. 1:5-7, NVI). Jesús dijo que si tenemos fe del tamaño de un grano de mostaza, podemos mover montañas (Mat. 17:20); pero a partir de ahí, crece.
Así como levantar las mancuernas de dos kilos porque puede llevar, con el paso del tiempo, a que alguien levante un autobús sobre la cabeza, una oración de fe puede conducir una vida al amor. Todos empezamos con un grano de mostaza, pero Dios nos ayudará a crecer en él.