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UN BLOQUE DE CEMENTO

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Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).

“PR + MS X 100PRE”. 

“MAR AMA A LUZ”. 

“JLB “3 DLA”. 

“M & M”. 

 

Tales declaraciones, así como la ocasional huella de patita de perro o gato, se encuentran en las veredas de cada ciudad. Uno pensaría que las multitudes siguen a los camiones mezcladores en un desfile, listas para dejar sus marcas en cada centímetro de cemento húmedo. Pero las paredes hechas con bloques de cemento nunca tienen ese tipo de marcas. A diferencia de las veredas, donde se vuelca el cemento directamente sobre el suelo, este cemento primero se verte en moldes de metal donde tiene la oportunidad de endurecerse y formar ladrillos sólidos. Cuando los bloques están perfectamente formados, entonces son convertidos en paredes y edificios. 

 

Los humanos tenemos mentes impresionables. Como el cemento húmedo, cambiamos cada vez que entramos en contacto con algo, ya sea bueno o malo. Las películas nos cambian. La música nos cambia. Los libros nos cambian. Los amigos nos cambian. El colegio nos cambia. La familia nos cambia. Si queremos evitar las marcas negativas, tenemos que contemplar a Cristo, porque así “somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen” (2 Cor. 3:18). Él puede fortalecernos y hacernos ejemplos sólidos de su carácter.

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