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Aprendí a escribir en una pizarra mágica. Venía con un lápiz y un marcador magnéticos que atraían partículas de imán negro a la superficie blanca de la pizarra, creando palabras e imágenes. Con una pasada de la palanca, las partículas caían al fondo otra vez, y podía volver a escribir y dibujar.
Ningún otro utensilio que no fuera uno de los que venían incluidos funcionaba con la pizarra mágica. No podía dibujar con el dedo. No podía usar un lápiz normal para escribir un cuento. Solo el lápiz y el marcador incluidos servían para hacer diseños sobre la pizarra, porque tenían la atracción magnética a la pizarra.
Así como la atracción magnética de la pizarra mágica creaba diseños en la superficie, nuestras atracciones determinan el patrón de nuestro corazón. Las personas con las que pasamos tiempo dejan una marca en nuestra vida. Por eso, debemos darle a Dios la mayor atención y cantidad de tiempo. La Biblia dice: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Sant. 4:8). Cuando somos atraídos a Dios, él se acerca a nosotros. Nos dará las palabras correctas y convertirá nuestra vida en una obra de arte hermosa. Yo abandoné la pizarra mágica cuando aprendí a tipear en un teclado, pero nunca debemos abandonar a Dios, que quiere acercarnos a él y hacernos ejemplos hermosos de su obra.