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UN CANDADO

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Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos (Proverbios 7:1).

Hace unos años solía guardar todos los mensajes de texto significativos que recibía. Tenía más de 150 mensajes guardados en mi teléfono, hasta que una noche se me cayó en la nieve y perdí los mensajes para siempre. Ahora tengo un teléfono nuevo, y aunque ahora guardo menos mensajes que antes, sigo teniendo una colección cada vez más grande de mensajes con el simbolito del candado al lado. Atesoraré esos mensajes para siempre… o al menos hasta que se me caiga el teléfono en otro montoncito de nieve. 

 

Cuando se escribió el libro de Proverbios, las personas no tenían teléfonos celulares y no podían guardar mensajes de sus amigos y familiares. Sí, podían escribir esos pensamientos en un papel y también guardarlos en el corazón. Como el hijo mencionado en el versículo de hoy, podemos guardar palabras de sabiduría como un tesoro en nuestro interior. Podemos memorizar versículos, hacer listas de nuestros consejos preferidos y repetir palabras de ánimo cuando las cosas se complican. Cuanto más leamos la Biblia y escuchemos consejos bíblicos, más sólida será esa sabiduría en nuestro corazón. 

 

Puede que se nos caiga el teléfono en una tormenta de nieve y perdamos los mensajes marcados con un candado, pero si guardamos las palabras de Dios en el corazón, permanecerán con nosotros para siempre.

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