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Amelia Bedelia está entre mis héroes de la infancia. Leí cada libro de Amelia Bedelia una y otra vez, riéndome de la criada con mente literal que cometía equivocación tras equivocación en su vida. Por ejemplo, cuando el jefe de Amelia Bedelia le pidió que abriera las cortinas, tomó una tijera y las abrió por la mitad. Cuando le dijo que era hora de “ponerse en marcha”, puso música y comenzó a marchar con toda seriedad. Cuando le dijo que levantara una carpa, la alzó alto en un árbol, de donde nunca más se la pudo bajar. Cuando yo tenía 9 o 10 años, intenté escribir mi propio libro de Amelia Bedelia.
Nuestro idioma tiene muchas expresiones que pueden llegar a ser confusas. Uno de esos términos es “hormigón”. Estoy segura de que Amelia Bedelia asumiría que un hormigón es una hormiga muy grande; y sería un buen intento de interpretación. Pero el hormigón no tiene nada que ver con las hormigas, sino que es una mezcla que se usa en la construcción. ¡Su nombre es un poco engañoso!
“Cristiano” debería significar literalmente “alguien que sigue a Cristo”, pero demasiado a menudo ese nombre también demuestra ser engañoso. Las personas que se hacen llamar cristianas no siempre siguen a Cristo, sino que critican a otros por detrás, plagian trabajos escolares, y están demasiado ocupadas para hablarle a otros de Cristo cada día. En los Diez Mandamientos, Dios ordenó: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano” (Éxo. 20:7). No debemos tomar el nombre de Cristo a menos que aceptemos seguirlo. Amelia Bedelia puede ser una criada, acampante, jugadora de béisbol y maestra desastrosa. Pero, si fuera a la iglesia, probablemente daría en el clavo, esperamos que no sea literalmente.