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Los Diez Mandamientos siguen desapareciendo de las salas de audiencia y de los credos religiosos. Las personas piensan que los mandamientos de Dios deberían quedarse en el pasado y que quienes los siguen son legalistas y solo se preocupan por las reglas. Desafortunadamente, algunas personas realmente se enfocan más en las reglas que en amar a Dios y cuidar de los demás. Pero esta nunca fue la intención de Dios. Él nos dio mandamientos para ayudarnos, no para entorpecernos o distraernos.
Dedica un instante a buscar una hoja de papel con renglones. Imagino que debes tener un montón por la casa, ya que la mayoría de los profesores las requieren para clases. Todos conocemos el propósito de los renglones en un papel: guían nuestra escritura para que no se desvíe por toda la página. Si alguna vez intentaste escribir un ensayo en una hoja sin renglones, entiendes el problema. Pero como profesora, puedo decirte sin dudas que si entregas una tarea con todos los renglones, pero con ninguna palabra escrita, tu profesor estará decepcionado. Y cuando veas la calificación, tú también lo estarás. Incluso cuando mis alumnos entregan trabajos con palabras perfectas y puntuación perfecta, nunca escribo en la hoja: “¡Qué buenos renglones!” Sí, los renglones son una parte necesaria del proceso de hacer una tarea, pero solo un profesor loco (más loco que yo, incluso) se enfocaría más en los renglones que en el contenido de la redacción.
Como podemos ver, los Diez Mandamientos y las hojas con renglones tienen propósitos similares: ayudar y guiar. Solo al seguir los mandamientos de Dios podemos tener una vida feliz y fructífera. Pero cuando llegue el día del juicio, ¿dirá Dios: “¡Qué bien que no robaste! ¡Eso sí que me gustó!”? Lo dudo. Así como los renglones, los mandamientos nos ayudan a permanecer donde debemos, para vivir una vida notable de mayor importancia.