UNA TRENZA ESPIGA

Muchos de ustedes probablemente han visto el video de YouTube donde un padre le arregla el cabello a su hija con un accesorio de la aspiradora. Muchos padres intentan lo que sea para arreglarles el cabello a sus hijas, simplemente porque nunca han aprendido un método mejor. La crianza de los hijos puede ser algo muy, muy lejano en tu futuro, pero nunca es demasiado temprano para aprender un peinado sencillo para la hija que quizá tendrás algún día. Déjame presentarte la trenza espiga. 

1. Ata cabello en una cola de caballo, ya sea en el centro de la parte de atrás de la cabeza o a nivel de la nuca. 

2. Divide el cabello en dos secciones, y sostén cada sección con una mano. 

3. Toma un pequeño mechón del extremo más alejado de la sección izquierda y llévalo a la parte de en medio de la sección derecha. Toma un pequeño mechón del extremo más alejado de la sección derecha y llévalo a la parte de en medio de la sección izquierda. Continúa estos pasos hasta que llegues al final del cabello.

4. Asegura la trenza con una bandita elástica y felicítate por haber hecho una buena trenza. 

El secreto para la trenza espiga es llevar el cabello desde afuera hacia adentro, y la iglesia tiene la misma misión: sustituyendo el cabello con humanos, por supuesto. 

Como cristianos, debemos traer a los que no son cristianos al amor salvador de Dios. El ateo Penn Jillette, un mago famoso de Penn and Teller, explicó la importancia del evangelismo en su videoblog luego de que un cristiano le dio una Biblia durante su espectáculo. “¿Cuánto tienes que odiar a alguien para creer que la vida eterna es posible y no contárselo? O sea, si yo creyera que, sin lugar a dudas, un camión viene en dirección tuya, y tú no creyeras que ese camión te llegará a atropellar, llega un punto en el que te doy un empujón. Y la vida eterna es más importante que eso”. Sí, invitar a alguien a una reunión de evangelismo puede parecer incómodo, pero la Biblia dice: “Libra a los que son llevados a muerte; salva a los que están en peligro de muerte” (Prov. 24:11). Si amamos a las personas, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para llevarlos a Dios y salvarles la vida para siempre.