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EL BUFÉ DE ENSALADAS

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Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal (Deuteronomio 30:15).

El abuelo detuvo la camioneta frente a un antiguo restaurante en Maine. Para sorpresa mía, nunca nos había llevado allí. Nunca lo había visto antes. Adentro, había mesas contra las paredes, y largas mesas de bufé cruzaban el salón. Apenas nos acomodamos, me dirigí al bufé de ensaladas. Tenía docenas de opciones, desde distintas variedades de lechuga hasta distintos sabores de salsas y aderezos. Puse un poco de lechuga en mi plato hondo y miré las opciones. La salsa italiana parecía la mejor, así que tomé la botella y la sacudí para mezclar bien el contenido aceitoso. El tío Doug pasó detrás de mí. 

 

–¿Apretaste la tapa? –me preguntó en broma. 

 

Le hice una mueca. En ese momento, la tapa de la botella de aderezo salió volando. Antes de poder dejar de sacudirla, el aceite se elevó por el aire, en lo que a mí me pareció cámara lenta. Entonces cayó sobre mi cabello, mi cabeza, mis hombros y mi ropa, empapándome desde la cabeza hasta los pies. Me quedé en un charco de aceite ante el bufé de ensaladas hasta que mi mamá llegó para rescatarme. Había mirado las opciones, y había tomado una mala decisión. Había elegido la única botella de aderezo con la tapa suelta. 

 

Así como los bufés de ensaladas nos presentan muchas opciones de las cuales elegir, Dios también nos da posibilidades. “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” (Deut. 30:15). Si elegimos mal (una pista: muerte y mal), tendremos que lidiar con más que un cabello aceitoso; pero si tomamos una buena decisión (una pista: vida y bien), tendremos un gozo insuperable con Dios para siempre. Las opciones están delante de ti. ¡Elige la vida!

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