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Mi mejor amiga y yo caminábamos entre la multitud por los pasillos de un centro comercial atestado, con compras en las manos. Habíamos encontrado una gran variedad de botas de gamuza, pantalones y otros tesoros, y nuestra aventura no estaba ni cerca de terminar. Karin, sin pensar, sacó sus anteojos de sol de la cartera y se los puso encima de la cabeza mientras mirábamos las vidrieras. Nos dirigimos hacia una tienda de accesorios que se veía prometedora cuando miré de reojo a Karin y me paré de inmediato. “¿Karin? –susurré con vehemencia–. ¡Karin! ¡Quítatelos! ¡Quítatelos!”
Pegado a los anteojos de sol de Karin había un producto de higiene femenina, ondeando a la vista de todos, sobre su cabeza. Karin, sin percatarse de la situación, me miró con extrañeza y se quitó los anteojos. En el proceso, la toallita cayó al suelo. Horrorizadas, nos salimos del pasillo principal. Aparentemente, los anteojos de sol y la toallita se habían pegado dentro de la cartera de Karin, y ella no se había dado cuenta cuando sacó los anteojos de su cartera. Las chicas ponen absolutamente de todo en sus carteras: brillo labial, recibos, crema para manos, boletos, cortauñas, anteojos de sol, cámaras, pañuelitos y chicles… y Karin no es distinta. ¡Pero lo que nos mortificó no fue lo que Karin puso en la cartera, sino lo que salió de ella!
Jesús compartió un concepto similar con los fariseos, pero relacionó la idea con nuestro cuerpo y nuestra mente. Los fariseos habían acusado a Jesús y a sus discípulos de comer con las manos sucias, pero él les dijo: “No, lo que entra en la boca contamina al hombre; más lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” (Mat. 15:11). Absorbemos muchas influencias de nuestro ambiente. Asimilamos la comida, la música, las conversaciones y las publicidades. Pero esto no puede arruinar nuestro carácter por sí solo. El ambiente influye en cómo pensamos, cómo tratamos a otros y cómo gastamos nuestro tiempo y nuestro dinero. No cuidamos nuestro estómago y nuestra mente solo porque así es la regla; los protegemos para asegurar un resultado positivo.
Las carteras guardarán cualquier cosa que pongamos adentro, pero las chicas deben tener cuidado con los elementos que llevan. Del mismo modo, nuestra mente y nuestro cuerpo absorberán cualquier cosa con que las llenemos. Debemos ser cuidadosos con las influencias y tomar buenas decisiones; no solamente para seguir un conjunto de reglas, sino para evitar una calamidad.