UN SELLO DE TINTA

“Ring, ring”. 

El timbre anunció el final de otro día escolar, pero mi trabajo acababa de comenzar. Me encaminé rápidamente al aula de Lengua inglesa y leí la lista que la profesora me había dejado para hoy. Mi trabajo al salir de clase a menudo requería corregir exámenes o sacar fotocopias, pero este día tenía una tarea única: sellar cada uno de los libros de la señorita Olson con un sello de tinta personalizado. 

Marqué todos los libros que vi, hasta que todas las primeras páginas tenían el nombre de mi profesora. 

Cuando yo llegué a ser una profesora varios años después, mi hermana me regaló un sello personalizado. Decía: “Este libro pertenece a la biblioteca de Olivia Nieb”. El regalo me emocionó tanto que sellé todos los libros de mi estantería. Sellé las primeras páginas, las contratapas e incluso algunas páginas del interior. Entonces, compré varios libros nuevos, ¡solo para poder sellarlos! Ahora, si veo que alguien se ha llevado un libro mío, solo tengo que señalar mi nombre y pedir que me lo devuelvan. 

Dios es aún más protector con sus hijos. Apocalipsis 22:4 dice que Dios escribirá su nombre en nuestra frente. ¡Y ya escribió nuestro nombre en sus manos! (Isa. 49:16). Dios nos reclama, y nada puede separarnos de él, a menos que nosotros queramos. Jesús les dijo a sus seguidores: “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28).