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LA CAJA DE LA CAMIONETA

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¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas! Porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que de fuera se ven hermosos, y por dentro están llenos de huesos de muertos y de inmundicia (Mateo 23:27).

Salí por las puertas hacia la luz del sol. Otra jornada había terminado. Puse mi portafolios en la camioneta y me subí, lista para enfrentar la tarde. Al salir del estacionamiento del colegio suspiré relajada; entonces… ¡Bang! ¡Clac! ¡Bum! Mi pie atacó el freno y mis manos volaron al aire. ¡Mi camioneta no se podía romper justo ahora! ¡No podía tener un accidente! No podía… pero ¿qué había pasado? 

 

Una mirada rápida por el espejo retrovisor resolvió el ruidoso misterio. Mis alumnos Avery y Demetri estaban sentados en la caja de la camioneta, golpeando la ventanilla trasera y riendo como si hubieran logrado una hazaña impresionante. Mi emoción por el final de la jornada de clases me había cegado a su presencia, y se habían escondido fácilmente en la caja de mi camioneta. Aunque la camioneta había parecido totalmente inocente, tenía una sorpresa desagradable adentro. 

 

Los jóvenes a menudo quieren que los demás piensen que están bien. Por eso, muchos se sienten forzados a poner buena cara en la iglesia o en la escuela. Para evitar las críticas, sonríen y se ponen una corbata o una falda larga. Todo parece estar bien, pero por dentro pueden sentir resentimiento hacia sus profesores, frustración con sus padres o enojo contra Dios. Sus pensamientos oscuros pasan inadvertidos mientras tocan la guitarra en el servicio de cantos, dirigen un estudio bíblico después de clases u organizan una campaña de recolección de comida para los indigentes. Dios dice en 1 Samuel 16:7: “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. Dios te ama y se preocupa por todos los aspectos de tu persona; no solo tu ropa o tu reputación. Quiere lo mejor para ti, incluyendo los pensamientos que nadie ve. 

 

El salmista David escribió en el Salmo 51:10: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”. Procura hacer esa oración hoy, y permite que Dios te transforme por dentro y por fuera.

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