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UNA ESPONJA DE BAÑO

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Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra (Marcos 4:30-32).

Viajar nos ofrece nuevas experiencias y una mejor educación. Nos da una perspectiva más amplia y nos permite conocer personas que no hubiéramos conocido de otro modo. Definitivamente, soy aficionada a los viajes, pero no me gusta darme una ducha en ningún otro lugar que en mi casa. Primero, las duchas nuevas siempre tienen sistemas complicados de manijas, con mecanismos de presión, de giro, y manijas escondidas. Segundo, no puedo llevar botellas de champú de tamaño normal en un avión, así que termino comprando botellas de champú de tamaño de viaje de una marca que no me gusta. Tercero, cada hotel o casa que he visitado provee toallitas en lugar de esponjas, y aunque las toallas para bañarse le sirvieron a nuestros antepasados, creo que es hora de avanzar. 

 

Cuando pongo jabón líquido en una toallita y la comienzo a pasar por mi cuerpo, casi al instante, el jabón se desliza por la toalla y se va por el desagüe. A veces, hasta tengo que volver a poner jabón para poder terminar de ducharme. En casa, con mi esponja, solo necesito poner unas gotas de jabón. Apenas comienzo a estregarla, hace una espuma que crece hasta que la esponja no puede siquiera contenerla, porque se rebalsa. ¡Ese es el tipo de baño que me gusta! 

 

El reino de Dios es como una esponja en que comienza una gota pequeña de jabón que crece rápidamente. Las personas escuchan una canción cristiana en la radio o leen un volante que alguien les dejó por debajo de la puerta de su casa, y a partir de ese momento comienzan a pensar, luego a orar, luego a preguntar y luego a creer. Pronto esas personas comienzan sus propios ministerios, ¡y el reino crece y crece! 

 

Podemos hacer nuestra parte para ayudar a que el reino de Dios crezca compartiendo nuestro testimonio con otros y comportándonos como buenos ejemplos de la fe y la vida cristiana. Quizá solo dejemos una gotita de fe en el corazón de nuestro vecino, pero pronto esa gotita puede crecer hasta rebalsar.

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