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He leído casi todos los libros de historietas de Charlie Brown que se han publicado. Linus es mi personaje preferido, pero tengo que admitir que la tira cómica le debe gran parte de su popularidad a Snoopy, un perro que ni siquiera puede decir una palabra. A menudo, me olvido que Snoopy no puede hablar, porque cuando Charles Schulz escribió la tira cómica, puso los pensamientos de Snoopy en globos de pensamiento para mostrar lo que hubiera dicho si los perros pudieran hablar.
Conozco la opinión de Snoopy sobre el tenis, la cena y los otros personajes, por lo que he leído en los globos de pensamiento. Sé exactamente su postura en cuanto a muchos temas triviales.
A veces, complicamos la comunicación con nuestros amigos y familiares. Decimos una cosa cuando queremos decir otra, y no decimos lo que sentimos porque nos preocupamos por lo que otros pueden llegar a pensar. Dios preferiría que fuéramos completamente honestos y que dijéramos exactamente lo que queremos, y vivamos acorde a lo que decimos. Este concepto es de especial importancia en nuestra relación con él. Dios expresa su desagrado con aquellos que dicen que lo aman, pero actúan como si no fuera así: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Isa. 29:13). Lo que decimos debería reflejar nuestras actitudes de forma honesta, así como un globo de pensamiento comunica con exactitud lo que piensa un personaje. Si decimos que amamos a Dios, debemos dedicar tiempo a acercarnos a él y pasar tiempo con él. Si decimos que Dios sabe lo que es mejor, debemos confiar en sus decisiones y dejar de preocuparnos por el futuro. En lugar de solo decir lo correcto, permitamos que nuestras palabras, pensamientos y acciones sean coherentes entre sí, y que glorifiquen a Dios.