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¡Feliz cumpleaños para mí! Hoy puedo esperar llamadas telefónicas, una inundación de notificaciones en Facebook, una linda cena y tarjetas de regalo en mi billetera. En realidad, no me acuerdo cuándo fue la última vez que no recibí tarjetas de regalo para mi cumpleaños. Se han convertido en uno de mis regalos preferidos porque, aunque me encanta comprar, no me encanta gastar dinero. Una salida de compras prepagada es una delicia.
Las tarjetas de regalo me recuerdan el plan de salvación de Dios. Cuando mis padres quieren darme un regalo, van a la tienda y me compran una tarjeta de regalo.
Pagan el precio completo y me envían la tarjeta por correo. Entonces, puedo tomar esa tarjeta y elegir un regalo sin pagar un centavo. Podría dejar la tarjeta de regalo en mi billetera, pero mis padres ya pagaron por ella, así que tiene sentido que me consiga algo especial con ella.
De forma similar, Dios compró el regalo de la salvación para cada uno de nosotros. Jesús pagó en precio en la cruz para que nosotros no tengamos que pagar ni un centavo. Podemos elegir aceptar el regalo o rechazarlo, pero él ya pagó por nuestra salvación, y quiere que la aprovechemos. Y ¿por qué no? La salvación de los pecados y la vida eterna son los mejores regalos que alguien podría recibir.
Hoy, y cada día, tenemos que tomar una decisión. ¿Aceptaremos el regalo de la vida eterna? Hagamos feliz a Dios y aceptemos el regalo que ya compró para nosotros.