Regresar

UNA FICHA DE ANOTACIONES

Play/Pause Stop
Porque yo les daré palabra y sabiduría, que no podrán resistir ni contradecir los que se opongan (Lucas 21:15).

Cada presidente de los Estados Unidos, desde Dwight Eisenhower (con la excepción de Richard Nixon) usó un teleprompter para sus discursos ante el Senado. Pero para quienes tenemos recursos más limitados, las fichas de anotaciones son suficientes para recordarnos qué decir en presentaciones y discursos importantes. 

 

El año pasado enseñé un curso de oratoria para veinte alumnos muy inteligentes de la secundaria. Kathryn escribió una tierna historia para niños sobre la ocasión en que Pedro caminó sobre el agua; Haley escribió un discurso fascinante e informativo sobre el proceso de autopublicación; y Tyler escribió un llamado persuasivo y emotivo sobre la adopción de mascotas. Estos alumnos pasaron mucho tiempo escribiendo y ensayando sus discursos, pero a ninguno de ellos se les hubiera ocurrido presentarse ante la clase sin sus fichas; a menos que estuvieran teniendo una pesadilla. La mayoría de los alumnos se aferraba a las fichas con nerviosismo. Necesitaron de toda su voluntad para no mirar las notas y hacer contacto visual con la audiencia. Esas fichas actuaron como un salvavidas, y los alumnos las aprovecharon. 

 

Mis alumnos no son los únicos que se ponen nerviosos al hablar. Moisés, en el libro de Éxodo, compartió el mismo temor. “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor!, nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxo. 4:10). Moisés se sintió aterrado al enfrentarse a esta tarea, pero Dios le respondió: “¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora, pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (vers. 11, 12). Moisés todavía no confiaba en que Dios le daría las palabras adecuadas, pero nosotros podemos tener fe en que Dios cumplirá su palabra. 

 

Muchos nos preocupamos de no saber cómo testificar cuando nos encontramos con personas no creyentes. Pensamos que nunca podríamos dar un estudio bíblico o predicar un sermón. Es cierto que no podemos hablar a favor de Dios solos, sin importar cuánto hayamos estudiado o cuánto nos hayamos preparado. Dios actúa como nuestras fichas de anotaciones, dándonos las palabras adecuadas en el momento correcto. Él fortalece nuestro discurso cuando nos fallan las palabras. No necesitamos temer la oportunidad de testificar de Dios; él proveerá cuando no sepamos qué decir.

Matutina para Android