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Mi papá se detuvo frente al centro de revisión de las emisiones y estacionó el auto. Cuando abrió la puerta y se paró sobre el pavimento, se sintió extraño. Su pantalón corto parecía demasiado suelto, y no se mantenía en su lugar. Aparentemente, el botón se había debilitado y se había caído mientras él conducía. Decidido a que revisaran el coche ese día, mi papá encontró una manera de caminar que mantenía el pantalón en su lugar, y se encaminó al edificio.
Una hora más tarde, ya en su casa, papá buscó y rebuscó un imperdible. Le encantaba ese pantalón corto, y quería salvarlo. Finalmente, encontró un imperdible y arregló la prenda.
Como el botón de mi papá, nuestros propios esfuerzos a menudo fracasan. Nos debilitamos y a veces hasta nos damos por vencidos. Pero Jesús dio un paso al frente como nuestro Sustituto, así como un imperdible sustituye los botones perdidos, cierres rotos y telas rasgadas. Pablo escribió: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Rom. 5:6). Él no solo llegó a ser el Sustituto por nuestra muerte, sino también es nuestro Sustituto de fuerza y perseverancia. Agradezcámosle a Dios por su Sustituto lleno de gracia hoy.