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UNA MAZORCA VACÍA

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El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu (Juan 3:8).

Algunas abuelas decoran con osos de peluche y rosas. Mi abuelita decora con alces, sartenes, edredones, ralladores, figurines de personas amish y mazorcas secas. Algunas de esas decoraciones duran más que otras. Las mazorcas fueron las menos afortunadas de los adornos de su hogar. 

 

Hace varios años, misteriosamente, los granos de maíz comenzaron a desaparecer de las mazorcas por la noche. Un mapache estaba entrando a escondidas y robando maíz bajo la oscuridad. Sabíamos que existía el animal aun antes de verlo porque los granos de maíz no saltan de la mazorca y se van volando por sí mismos. 

 

Este incidente tiene similitudes con el discurso de Jesús en Juan 3, uno de los capítulos más famosos de la Biblia. Nicodemo le había preguntado a Jesús cómo un hombre puede nacer de nuevo, y Jesús le respondió: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8). No podemos ver el viento, pero lo podemos oír entre los árboles y ver las hojas volar en la brisa. Los abuelos no podían ver al molesto mapache, pero podían escuchar sus pisadas y ver cómo la mazorca se iba vaciando. No podemos ver al Espíritu Santo, pero oímos sus palabras de sabiduría y vemos cómo transforma nuestra vida. Lo escuchamos cuando leemos la Biblia y le pedimos consejo. Lo vemos cuando nos comportamos de una forma distinta a la que habíamos pensado posible. Así podemos nacer de nuevo: al dejar que el Espíritu Santo obre de forma misteriosa en nuestra vida. 

 

¿Puedes ver los efectos del Espíritu Santo? ¿Puedes oír su consejo y sus palabras de ánimo? Si no es así, ¿por qué no le pides que entre a tu vida hoy?

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