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Muchas universidades les piden a los nuevos aspirantes que completen un formulario sobre sus hábitos de vida antes de mudarse a la residencia. Esas encuestas hacen preguntas como: “¿A qué hora te acuestas?”; “¿Cuánto ruido prefieres mientras estudias?”; “¿Qué tipo de música escuchas?”; etc. Una pregunta que estas encuestas olvidan es: ¿A qué temperatura te gusta mantener la habitación? He perdido la cuenta de la cantidad de estudiantes que he escuchado quejarse sobre las preferencias de temperatura de sus compañeros de cuarto. Incluso mi compañera, Jessica, y yo tuvimos pequeñas batallas sobre la temperatura. Yo subía el termostato a una temperatura más elevada cuando Jessica se iba a sus prácticas; y ella bajaba la temperatura del termostato cuando yo me iba a clases. No nos poníamos de acuerdo en la temperatura ideal.
Para cambiar la temperatura de una habitación, ajustamos el termostato, que calienta o enfría la habitación según la configuración. Esa pequeña caja afecta la temperatura de toda la habitación. Pero hay algo más impresionante que eso: una persona con una actitud buena o con una actitud mala puede cambiar la visión de un grupo entero para que llegue a reflejar la suya. En 1 Corintios 15:33 se nos da una advertencia: “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. Y también las buenas conversaciones promueven actitudes positivas y hábitos saludables.
¿Qué tipo de temperatura fijas en tu grupo de amigos? ¿Esparces constantemente calidez a quienes te rodean? Si no es así, piensa en algunas formas en las que puedes esparcir una actitud positiva. Un poco de optimismo puede hacer una gran diferencia.