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En la era tecnológica en la que vivimos, los programas de procesamiento de palabras han comenzado a llenar la necesidad que antes suplían los bolígrafos y los lápices, y el uso de lápices disminuye lentamente. Sin embargo, algunos todavía prefieren los grafitos tradicionales. Esos estudiantes inevitablemente tienen que pasar una parte de sus días frente a un sacapuntas. A estos entusiastas de los lápices nunca se les ha acusado de sacarle punta a sus lápices con saña o con enojo a causa de la incapacidad de sus lápices. Las personas cuerdas entienden que hay que quitar virutas de madera para que la mina pueda cumplir su propósito.
La idea de castigar a los lápices por no tener punta suena absurda, pero muchos atribuyen un concepto similar a la relación de Dios con los seres humanos. Jesús usa la analogía de una huerta para explicar el proceso de poda de Dios. Dice: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:2). Cuando un árbol pierde una rama, enfoca su energía en otro lado. Los jardineros cortan regularmente las ramas de los árboles frutales para que logren una mayor fuerza estructural, mejor salud, mayor producción de frutos y un crecimiento simétrico. Jesús nos dice que Dios hace lo mismo.
Un estudiante saca punta a su lápiz cuando lo quiere usar. Un jardinero poda los árboles frutales cuando quiere que produzcan. Dios permite el dolor y los problemas en nuestra vida para que nos formemos para un propósito específico. Él siempre tiene un plan. Cuando sientas como que un hacha te está golpeando el corazón, mira a tu alrededor. Dios puede estar preparándote para la tarea más importante de tu vida.