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Mis sábanas tienen manchas color rosado, amarillo y naranja brillante porque pasé muchas noches con un libro de texto y un resaltador (un marcador fluorescente) durante mis años universitarios. No leía nada sin un resaltador, pues sabía que resaltar las partes importantes de mis libros resultaría en mejores calificaciones en mis clases. La noche anterior a los exámenes, resaltaba todo dato específico que podía encontrar. Al día siguiente, en los diez minutos previos a la clase, leía de nuevo las partes resaltadas y me sentía confiada en cuanto a los capítulos que había leído. Le debo gran parte de mi promedio a los resaltadores que me ayudaron a enfocarme en el material más importante que mis profesores querían que aprendiera.
En los libros de texto, cierta información importa más que el resto; y la vida funciona igual. Cada uno de nosotros resaltamos distintos aspectos de nuestra vida, y estos se convierten en nuestras prioridades. Lucas contó la historia de dos hermanas, María y Marta, que tenían prioridades bastante diferentes cuando Jesús las visitaba. María quería sentarse con Jesús, conversar y escuchar; Marta quería asegurarse de que la comida estuviera bien preparada y de que el piso brillara tanto como los pisos de tierra pueden brillar. Ambas pensaban que sus prioridades eran las más importantes, pero Jesús dijo que María había elegido lo más importante de todo. Pasar tiempo con Jesús le gana a cualquier otra prioridad que podamos tener.
¿Qué áreas de tu vida has resaltado? ¿Has hecho de Jesús tu prioridad? Si no es así, ¿por qué no le pides que sea lo primero en tu corazón hoy? Enfocarte en Jesús hará toda la diferencia. Incluso cuando fallamos, él permanece fiel.