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Cuando me preguntan qué instrumento musical toco, intento no responder solamente con “flauta”. Cuando hago eso, suelo recibir la típica respuesta de “eso debe ser liviano y fácil de llevar”; y me apresuro por agregar que también toco el violín.
Pero algunos músicos realmente la pasan mal. Quienes tocan la tuba, por ejemplo, tienen que transportar 7 kilos (15 libras) en un estuche de dimensiones extrañas e incómodas. Las tubas apenas entran en un coche común, y cuestan muchísimo dinero. ¿Por qué quienes tocan la tuba soportan todo eso por un instrumento? La respuesta es simple: porque vale la pena.
Las tubas no solo tocan la base que apoya a la melodía, sino que también son el tono más bajo, que otros miembros de la banda pueden usar para afinar sus instrumentos. Una orquesta sin una tuba sonaría más como un ensamble de vientos que una orquesta. Todo el acarreo, el peso, el guardado y el precio valen la pena por el resultado que ofrece la tuba.
La vida nos presenta más pruebas difíciles cada día. La Biblia declara abiertamente que sufriremos “un poco de tiempo” (1 Ped. 5:10, NTV). Nuestras pruebas serán difíciles de abordar, y nos costarán caro. Afortunadamente, como una tuba, nuestras luchas un día valdrán el esfuerzo. Pablo escribió: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom. 8:18). Cada prueba tendrá un resultado positivo. Dios ha orquestado un futuro hermoso para nosotros, y cada prueba servirá para fortalecer nuestra canción.