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Sobre mi escritorio del aula tengo una taza llena de palitos de paleta. Cada palito tiene los nombres de varios alumnos. A menudo, cuando tenemos debates en el aula, divido la clase en grupos pequeños y les doy tiempo a los grupos para conversar sobre un tema. Luego, ellos tienen que formular opiniones y desarrollar respuestas. Entonces, saco los palitos de paleta y saco nombres de forma aleatoria. Así, todos tienen la oportunidad de hablar, y tenemos debates más equilibrados.
En algunas clases, casi nunca tengo que usar los palitos de paleta. Los alumnos hablan y escuchan por turno, y se dan unos a otros la oportunidad de dar su opinión. Pero en otras clases, las personalidades extrovertidas dominan las discusiones, a menos que un palito incluya a un introvertido en el debate. Amo a los extrovertidos con todo mi corazón, pero como introvertida que soy, sé que nosotros también tenemos ideas para compartir.
Incluso cuando no estamos en clase, debemos pensar en cómo equilibrar nuestras conversaciones. ¿Hablamos más de lo que escuchamos? ¿Realmente escuchamos con atención? ¿Escuchamos con tanta atención que nos olvidamos de hablar? El libro de Proverbios nos anima a tener conversaciones en las cuales todos participemos. Un consejo sabio puede ayudar a un amigo, pero debemos escucharlo con cuidado antes de hablar. Por supuesto, parecería tonto usar palitos de paleta fuera del aula, pero sí acordémonos tanto de escuchar como de hablar a lo largo de nuestra vida.