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Cada día, la señorita Linda se para en la puerta de la cafetería de la universidad y saluda a cientos y miles de estudiantes por nombre. Nos pregunta cómo nos está yendo en el día y nos señala la fila correcta. Antes de ocupar mi lugar en la fila, reviso las pilas de bandejas de comida en busca de una bandeja rosada. La cafetería solo tiene seis bandejas rosadas, así que este logro me hace sentir especial mientras me encamino con tranquilidad a buscar mi comida.
En general, las personas colocan su comida sobre una de esas bandejas antes de sentarse en una mesa. Comer directamente de las fuentes no está bien visto. Tenemos que prepararnos antes. Buscamos una bandeja, decidimos qué vamos a comer, colocamos la comida en la bandeja y pagamos por la comida. Entonces, podemos comer en paz.
Abalanzarnos en una situación precipitadamente no suele tener buenas consecuencias. Lo mejor es orar antes, hablar con personas en las que confiamos, tomar decisiones y planificar los pasos necesarios. Salomón dijo: “La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad” (Prov. 14:8, NVI). Dios quiere que pensemos antes de actuar, así como la señorita Linda quiere que tomemos una bandeja antes de servirnos la comida.