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¿Gaseosa o refresco? ¿Sándwich o emparedado? ¿Rotonda o glorieta? ¿Carretera o ruta? ¿Zapatillas o tenis?
El idioma español tiene un montón de dialectos regionales que hacen que las personas le digamos de distintos modos a lo mismo. Por ejemplo, mi abuela les dice chispitas al espolvoreado de colores que decoran las donas. Mis amigos les dicen granas; pero la abuela creció en otro tiempo y lugar. Para ella, las donas en las tiendas de todo el mundo están decoradas con chispas.
Dios tiene más nombres que los refrescos o las granas para las donas. La Biblia dice que él es el Yo Soy, el Alfa y la Omega, la Estrella matutina, el Pan o el Agua de Vida, la Rosa de Sarón, y más. Cada uno de estos nombres señala una parte única de la personalidad de Dios y resalta un papel distinto que tiene en el universo. Pero a pesar de sus muchos nombres, Dios sigue siendo el mismo, y él dice que al final “sabrán que mi nombre es Jehová” (Jer. 16:21).
Llámalas como quieras a las granas, pero recuerda que Dios en el Señor del universo, y nada que digamos puede cambiar eso.