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Cada mañana estaciono fuera del colegio y bajo caminando la colina hasta la puerta trasera para profesores. En primavera, verano y otoño no tengo problemas, pero los otros once meses del año las condiciones invernales hacen que esa caminata sea peligrosa. (Nota: Esta es una broma sobre el clima, por cómo se vive en Maine). Al terminar de bajar la colina, justo antes de que la camino concluya ante la puerta, el suelo está un poco más bajo, y se junta agua. El agua se congela y cae nieve fresca arriba que hace que el charco desaparezca. El charco congelado parece una inocente continuación del camino, pero me he resbalado en la nieve muchas veces a causa de la superficie lisa.
Así como los peligrosos charcos congelados pueden parecer veredas inocentes, las malas elecciones de la vida pueden parecer el camino correcto al principio. Proverbios 14:12 dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. A menos que oremos pidiendo la dirección de Dios, es fácil juzgar mal a las personas y las situaciones, y terminar lastimados.
Por otro lado, los planes que parecen aburridísimos pueden convertirse en los mejores años de nuestra vida. Por ejemplo, uno de mis alumnos pasó un verano colportando: no porque quisiera hacer una diferencia, sino porque sus padres le dijeron que tenía que hacerlo. Colportar parecía algo muy aburrido comparado con pensar en nadar o pasar un rato con sus amigos; pero pronto se dio cuenta de que había juzgado mal la idea. Aprendió a disfrutar de vender libros, y la experiencia lo ayudó a crecer.
Probablemente, yo me seguiré resbalando en el charco congelado fuera del colegio, pero pidámosle a Dios que nos ayude a discernir entre los planes buenos y los malos. Él nunca se equivoca al juzgar una situación.