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DANIEL REHÚSA TRANSIGIR

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«Y cuando Daniel supo que el decreto había sido firmado, se fue a su casa, abrió las ventanas de su dormitorio, el cual estaba orientado hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y alabar a Dios. Esto lo hacía tres veces al día, tal como siempre lo había hecho» (Daniel 6: 10).

Habría sido fácil para Daniel pensar en la conveniencia de orar secretamente hasta que cesara la conmoción provocada por el decreto. Es imposible calcular la influencia que su fidelidad ejerció sobre los que lo observaban. Su disposición a arriesgar su vida por su fe tiene que haber causado una impresión duradera.

 

Charles Peynols Brown relata la siguiente historia: «Cierta noche, un alumno del último año cruzaba el patio del colegio. Ya era tarde, y él había pasado las horas en el desenfreno y el libertinaje [...1. Al cruzar el patio, miró y vio al miembro más anciano y querido del personal docente que escribía en su escritorio bajo la luz de una lámpara. El joven sabía que trabajaba en algo que consideraba de utilidad para el mundo. El contraste entre eso y la forma como él había pasado las horas nocturnas hizo impacto en su corazón. Allí mismo decidió abrir una nueva hoja en su vida y escribir en ella la historia de una vida decente. Aquel profesor no se había sentado allí para que lo miraran; no sabía nada acerca del muchacho que lo observaba en la oscuridad; había estado tan absorto en su trabajo que había olvidado cerrar las cortinas. Fue la sencilla espontaneidad de su vida útil la que lo convirtió en un poder para el bien de ese colegio» (Yate Taiks, p. 91).

 

Dos hombres en dos ventanas: uno, un profeta de la antigüedad; el otro, un profesor de los tiempos modernos; pero ambos ejercieron una influencia notable sobre los transeúntes. Nos agrade o no, pasamos una gran parte de nuestra vida frente a «ventanas» que la gente contempla para ver cómo vivimos.

 

¿Qué tipo de vida estás viviendo frente a las ventanas de tu mundo? Tu testimonio puede marcar la diferencia en la vida de alguien que te observa. No desperdicies la oportunidad de ser una luz en medio de las tinieblas. Sé como Daniel, sé como el profesor, sé como Jesús.

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