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EL DEVORADOR

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«Sálvame de la boca de esos leones, ¡defiéndeme de los cuernos de esos toros!» (Salmo 22: 21).

Hace un tiempo leímos en un diario norteamericano que un león había despedazado a un muchacho de diecisiete años y luego lo había devorado. El lamentable hecho ocurrió en el zoológico de la ciudad de Colombo, en Sri Lanka, república situada al noreste de la India.

 

Los horrorizados testigos del hecho ocurrido en el Zoológico Interactivo Tritong dijeron que el muchacho estaba payaseando entre los animales y posaba para que lo fotografiaran. Cuando trató de meter la cabeza en las fauces de un león, la fiera lo atacó repentinamente. Aunque parezca extraño, el zoológico permite a los visitantes interactuar con las fieras predadoras, incluyendo leopardos, cocodrilos y hasta con las mortíferas cobras. Este zoológico es una de las atracciones turísticas más populares de Sri Lanka.

Aunque la juventud cristiana no vive en un zoológico, corre constantemente el riesgo de encontrarse con un león rugiente que anda buscando a quién devorar. La Biblia lo explica de este modo: «Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resístanle, firmes en la fe, sabiendo que en todas partes del mundo los hermanos de ustedes están sufriendo las mismas cosas» (1 Pedro 5: 8).

 

Lamentablemente, hay jóvenes cristianos que juegan con el león rugiente e interactúan con él. Eso les trae la muerte espiritual, porque el diablo quiere alejarnos de Dios. Pero Jesús vino para acabar con las obras del diablo y darnos vida eterna.

 

El muchacho que jugó con el león pagó un precio muy alto por su imprudencia. No podemos jugar con el diablo. Él quiere destruir nuestra vida espiritual y alejarnos de Dios.

 

La Biblia nos enseña a resistirlo, manteniéndonos firmes en la fe y obedeciendo los mandamientos de Dios. ¿Qué estás haciendo para evitar que el león rugiente te devore? ¿Estás orando, leyendo la Biblia, asistiendo a la iglesia y compartiendo tu fe con otros? ¿O estás jugando con el pecado y exponiéndote al peligro? No dejes que el pecado te separe de tu Padre celestial. Hoy puedes decidir seguir a Jesús y no al diablo. ¿Estás dispuesto a hacerlo?

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