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Para ti, ¿qué es la oración? ¿Es un ritual que haces por costumbre o por obligación? ¿Es un momento que aprovechas para pedirle a Dios lo que quieres o necesitas? ¿Es una forma de expresarle a Dios tu gratitud y tu alabanza? ¿Es una conversación íntima y sincera con tu mejor amigo?
Elena G. de White afirma que «orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo» (El camino a Cristo, p. 138). Alguien dijo que «la oración cristiana es nuestra conversación con Dios, en el nombre de Jesús, acompañada por el poder del Espíritu Santo» .
Un día un estudiante entró en el laboratorio de Pasteur, y encontró al gran hombre de ciencia inclinado sobre su microscopio. No queriendo distraerlo, el joven comenzó a salir. Pasteur levantó la vista y el estudiante dijo: «Pensé que usted estaba orando» . Volviéndose otra vez hacia su microscopio, el grande, pero humilde hombre de ciencia replicó: «Efectivamente» .
Esta anécdota nos muestra que la oración no se limita a un lugar, un tiempo o una postura específica. La oración puede ser una actitud constante en nuestra vida, una disposición de nuestro corazón hacia Dios. Podemos orar en cualquier momento y circunstancia.
La Biblia nos anima a orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5: 17), a orar con fe (Mateo 21:22), a orar con humildad (Lucas 18:13), a orar con perseverancia (Lucas 11:9), a orar con confianza (Hebreos 4: 16), a orar con sinceridad (Salmo 51: 6), a orar con arrepentimiento (2 Crónicas 7: 14), a orar con gratitud (Colosenses 4: 2), a orar con gozo (Filipenses 4: 4-6), a orar con amor (Mateo 5: 44).
¿Cómo es tu vida de oración? ¿Oras solo cuando tienes problemas o cuando te acuerdas? ¿Oras solo por ti mismo o por los demás? ¿Oras solo para pedir o también para agradecer y alabar?
La oración es una bendición que no debemos ignorar ni desaprovechar. Te invito a que hagas de la oración una prioridad en tu vida, y verás los maravillosos resultados que Dios hará en ti y por medio de ti a otros.