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Durante la Edad Media, existía un oficio peculiar llamado bufón. Los bufones eran artistas multifacéticos que se dedicaban a entretener a las cortes reales con sus habilidades cómicas, musicales y acrobáticas. Con ingeniosos chistes, canciones divertidas y trucos sorprendentes, estos bufones hacían reír a los reyes y nobles, aunque siempre con un cuidado especial para no ofender demasiado a la nobleza. Si se burlaban demasiado de alguien, podían ofenderlo y sufrir las consecuencias.
La burla sigue siendo una tentación en la actualidad, y a menudo caemos en la trampa de pensar que es una forma de demostrar nuestra superioridad o divertirnos. Sin embargo, la Biblia nos advierte que la burla es una actitud que desagrada a Dios y que puede causarnos problemas. Nuestro pasaje de hoy muestra que la burla puede ser una forma de violencia verbal que hiere y humilla a los demás, y ofende a Dios quien creó y ama a cada persona. En otro pasaje, Salomón afirma: «El burlón busca la sabiduría y nunca la encuentra; pero para el entendido, el conocimiento es cosa fácil» (Proverbios 14: 6, NTV). Esto significa que el burlador no puede encontrar la sabiduría porque se cierra a la verdad y al aprendizaje, mientras que el hombre entendido busca a Dios con humildad y encuentra fácilmente el conocimiento.
Por lo tanto, es importante evitar la burla y, en su lugar, cultivar el respeto y el amor hacia los demás. Podemos recrearnos y usar nuestro humor e ingenio para edificar y bendecir a los demás, recordando que nuestras palabras y acciones siempre deben glorificar el nombre de Dios.
Examina tu corazón y tus palabras, y pregúntate si estás siendo un burlador o una bendición. Si has caído en la burla, pide perdón a Dios y a las personas que has ofendido, y cambia tu actitud. Si has sido víctima de la burla, perdona a los que te han hecho daño, y confía en Dios, que te ama y te defiende. Y si has sido una bendición, te animo a seguir siendo un ejemplo para los demás, usando tu boca para alabar a Dios y animar a tu prójimo.