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Marco Antonio, noble romano casado con Cleopatra de Egipto, dijo en el funeral del emperador romano Julio César: «El mal que hacen los hombres vive después de ellos; el bien, a menudo, es sepultado con sus huesos» . Estas palabras son consideradas como una joya literaria, pero no toman en cuenta la evaluación que el Cielo hace del carácter.
Los justos son «como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente» (Jeremías 17: 8). Pero los impíos son «como paja que se lleva el viento» (Salmo 1: 4). Puede parecer que el mal tiene éxito durante un tiempo, pero pronto llegará el día cuando dejará de existir. Los impíos y el originador de toda iniquidad serán completamente aniquilados, pero los buenos vivirán en el paraíso de Dios. La verdad es eterna. Los jóvenes que siguen el bien y de la verdad tendrán una herencia eterna con los santos.
El verdadero sentido de la vida consiste en vivirla para servir desinteresadamente a nuestros semejantes. En la muerte de Lincoln se dice acertadamente: «Ahora pertenece a los siglos» . Si hoy un joven o una señorita alegra la vida de los que le rodean, si ayuda a llevar la carga de un amigo o vecino o si se conduce a un descarriado a su Salvador, no necesitará que se erija un costoso monumento para perpetuar su nombre. Los monumentos de la gracia de Dios no envejecen ni se desmoronan. El escritor y dramaturgo francés Jules Renard expresó el mensaje de nuestro texto de hoy de la siguiente manera: «La recompensa de los grandes hombres es que, mucho después de que han muerto, uno no está muy seguro de que estén muertos» .
Y tú, ¿vives para servir desinteresadamente a tus semejantes? ¿Sigues el bien y la verdad en tu vida diaria? ¿Has impactado positivamente las vidas de otras personas? Elena G. de White afirmó: «Hemos de dar sinceramente, no con el fin de alardear de nuestras buenas acciones, sino por amor y solidaridad con los dolientes» (El discurso maestro de Jesucristo, p. 124).
En tu paso por este mundo, te invito a dejar un legado perdurable.