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Durante una de las primeras batallas de Napoleón, la línea de su ejército fue quebrada por el enemigo, y comenzó a retirarse. El único pensamiento de los soldados de las filas destrozadas era escapar. Se le ordenó al tambor que tocara retirada, pero el muchacho respondió: «No sé tocar retirada, solo sé dar la orden para atacar» . En lugar de tocar la señal de retirada, hizo redoblar el tambor con ímpetu para instigar el ataque. Los desanimados soldados se detuvieron, rehicieron sus filas y, en un magnífico asalto, quebraron la resistencia del sorprendido enemigo, y ganaron la batalla.
Del mismo modo, muchas veces nos sentimos tentados a rendirnos ante las dificultades, los problemas o las críticas que enfrentamos por seguir a Jesús. Nos gustaría escapar de las responsabilidades, los compromisos o los desafíos que Dios nos pone delante y olvidamos que tenernos una misión que cumplir. Pero Dios no quiere que seamos cristianos de retirada, sino de ataque. Él quiere que seamos valientes, decididos y entusiastas en nuestra fe. Quiere que usemos nuestros dones y talentos para servirle a él y a los demás y que crezcamos en nuestra relación con él y con nuestros hermanos.
¿Cómo podemos hacer esto? Siguiendo el ejemplo del tambor. Él no sabía tocar retirada, porque solo había aprendido a tocar para que los soldados acudieran al ataque. Así nosotros debernos llenarnos de la Palabra de Dios, que es nuestra arma más poderosa; orar sin cesar, pidiéndole a Dios que nos guíe y nos fortalezca; participar activamente en la iglesia, apoyándonos unos a otros y compartiendo nuestras experiencias; cuidar lo que vemos, escucharnos y decimos, para no contaminarnos con el mundo. Y debernos ser humildes, reconociendo nuestras debilidades y dependiendo de la gracia de Dios.
Napoleón Hill decía: «La victoria es siempre posible para la persona que se niega a dejar de luchar» . No te conformes con una vida cristiana mediocre, ni tampoco sucumbas ante las tentaciones del enemigo. Hoy sal al mundo con valentía y alegría, y haz sonar tu tambor con fuerza. ¡Ataca por Cristo!