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¿Te gusta la música? Seguro que sí. A Dios también le gusta la música. Por eso en el pasaje de hoy Pablo nos exhorta a adorarlo con «salmos, himnos y cantos espirituales» . ¿Qué son estos tres géneros musicales?
Los salmos, recopilados en el libro homónimo de la Biblia, son una colección de cánticos escritos por patriarcas, profetas y reyes de Israel. Si bien, a menudo se les asocia con la música sacra, su estilo se basa en formas musicales que también se encontraban en otras culturas. Por otro lado, los himnos son una forma de canto más fácil de aprender que los salmos, debido a que su melodía es más sencilla. Esto los convierte en una herramienta útil para enseñar verdades bíblicas a los nuevos creyentes. Finalmente, se mencionan los cantos espirituales, que son canciones que las personas hacen después de tener algún encuentro o experiencia espiritual con Dios. Estos son más personales que los salmos y los himnos, y no vienen directamente de la Biblia, aunque pueden incluir referencias a las Escrituras. En la iglesia primitiva, los cristianos a menudo componían himnos y cánticos.
¿Qué podemos aprender de estos estilos musicales que Pablo recomendó a sus lectores? ¿Tenemos aquí una norma bíblica infalible para la adoración o, al menos, un modelo bíblico que guíe nuestra adoración a Dios? El hecho de que el apóstol recomiende tres estilos musicales en lugar de uno debe hacernos reflexionar sobre el hecho de que no existe una única forma aprobada por Dios para adorarlo a través de la música. Sé que a veces quisiéramos tener una «guía con los diez pasos infalibles» para identificar qué música agrada a Dios y cuál no, pero las Escrituras no proporcionan un manual detallado al respecto. Sin embargo, podemos encontrar en ellas pautas útiles para discernir lo que es apropiado y agradable a Dios. ¿Te gustaría conocer algunas de esas pautas?
Mañana aprenderemos más de este importante tema que encierra nuestra adoración a Dios a través de la música; mientras tanto, sigue el consejo de la Ley del Conquistador y conserva una canción en tu corazón. Podría ser tu himno favorito o aquella música cristiana que te ayuda a seguir cuando sientes que no puedes más.