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Guillermo Dawson contó la historia de un joven metodista que le dijo a su madre: «Mamá, Juan, está muy preocupado buscando la paz, pero no la encontrará esta noche» . La madre le preguntó: «¿Por qué dices eso, Guillermo?» . Él respondió: «Bueno, porque está orando sobre una sola rodilla y nunca encontrará la paz hasta que se arrodille sobre ambas rodillas» . La actitud de este joven simboliza el dilema de los jóvenes cristianos de hoy que buscan la paz «sobre una sola rodilla» . Han entregado sus vidas solo a medias y no conocen el gozo de entregarse completamente al Señor.
La paz que Dios nos ofrece no depende de las circunstancias externas, sino de la confianza en su amor y su fidelidad. Jesús dijo: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar» (Mateo 11: 28). Él nos invita a entregarle todas nuestras cargas y preocupaciones, y a recibir su paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4: 7). Pero para experimentar esa paz, debemos estar dispuestos a rendirnos completamente a él, a poner ambas rodillas en el suelo y reconocerlo como nuestro Señor y Salvador. No podemos vivir una vida cristiana a medias, tratando de complacer a Dios y al mundo al mismo tiempo. Eso solo nos traerá conflicto y angustia.
Elena G. de White señala: «La paz que Cristo da, nunca nos causará tristeza y dolor» (Cada día con Dios, p. 35). Esto significa que cualquier intento de lograr la paz que luego produzca amargura o resentimiento no viene de la verdadera Fuente, que es Cristo. Solo Cristo puede darnos una paz perdurable, que soporte las pruebas y las circunstancias más difíciles de la vida.
Y tú, ¿estás viviendo sobre una rodilla o sobre las dos? Si sientes que te falta la paz, acércate a Jesús con humildad y sinceridad, y él te dará el descanso que necesitas. Él dijo: «Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33).