|
Doña Felisa vivía en un lugar de clima cálido y tenía un cachorro al que llamaba Cholo. El pequeño animal pronto descubrió que el lugar más fresco de la casa era el espacio del baño detrás del inodoro, donde se recostaba para refrescarse.
Cholo creció rápidamente y un día quedó atascado en el espacio detrás del inodoro, sin poder salir. Sus aullidos desesperados llamaron la atención de Doña Felisa, quien forcejeó y tironeó hasta lograr rescatarlo de allí. Para evitar futuros incidentes, cerró la puerta del baño. Sin embargo, como suele pasar, alguien olvidó cerrarla y Cholo volvió a meterse en su lugar favorito sin pensarlo dos veces. A pesar de las amenazas de Doña Felisa, el cachorro seguía volviendo al mismo lugar cada vez que tenía la oportunidad, lo que hacía que rescatarlo fuera cada vez más difícil.
Un día, Doña Felisa no pudo liberar a Cholo y tuvo que llamar a un fontanero para que lo ayudara. El fontanero desconectó el inodoro y lo retiró de su lugar para poder sacar al perro. Cuando finalmente quedó libre, Cholo ladró y brincó de alegría. Pero mientras Doña Felisa preparaba el cheque para pagar al fontanero, escuchó el aullido lastimero de Cholo una vez más. El perro había forzado la puerta del baño y se había metido nuevamente en su lugar favorito. El fontanero tuvo que volver a rescatarlo. Lamentablemente, después de tantos problemas y gastos, Doña Felisa tomó la decisión de deshacerse de Cholo, ya que no podía seguir gastando dinero para rescatarlo cada vez que se metía en el baño.
Muchas veces actuamos como Cholo. Nos metemos en problemas y luego recurrimos a Jesús en busca de ayuda. Dios nos ama y siempre está dispuesto a perdonarnos, pero eso no significa que debamos seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez. La Biblia dice que «el que encubre sus pecados no prospera; el que los confiesa y se aparta de ellos alcanza la misericordia divina» (Proverbios 28: 13).
Y tú, ¿te identificas con Cholo? ¿Has cometido los mismos errores vez tras vez? Hoy es un buen día para cambiar de conducta. Ponte en las manos de Dios, y él te dará la fuerza y la sabiduría para vencer el pecado y vivir en libertad.