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«CONFORME A LA FE QUE USTEDES VIENEN»

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«Entonces Jesús les tocó los ojos, y les dijo: "Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen"» (Mateo 9: 29).

Hace muchos años, falleció un escocés soltero sin haber dejado testamento. Tras una exhaustiva investigación, su abogado descubrió que tenía un único pariente vivo: un hombre muy pobre que vivía en Edimburgo. Al enterarse de la fortuna que les aguardaba, tanto él como su esposa se mostraban reacios a creerlo. Finalmente, lograron convencerlos para que visitaran la propiedad que habían heredado. Llenos de asombro, atravesaron los imponentes portones y contemplaron los cuidados prados. Adentrándose en la mansión, quedaron maravillados por la escalera de mármol, las lujosas alfombras, los majestuosos candelabros de cristal y las valiosas pinturas que adornaban las paredes.

 

Al salir, divisaron una pequeña casita para los sirvientes oculta entre los árboles. Convencidos de que debía haber un error que tarde o temprano se descubriría, tomaron la decisión de vivir en la casita hasta que llegara el momento de partir. Y así, durante la siguiente década, se establecieron en su interior, mientras a escasa distancia les esperaba una espléndida mansión que les pertenecía. Su incredulidad les había impedido disfrutar plenamente de su herencia.

 

Dios había preparado para los israelitas una «tierra donde la leche y la miel corren como el agua» , «un país de montes y valles, regado por la lluvia del cielo» (Deuteronomio 11: 9, 11). Habían llegado a aquella región y habían enviado a doce espías para explorarla. Los informes indicaron que la tierra era verdaderamente impresionante. Sin embargo, únicamente dos de ellos no se dejaron intimidar por la imponente estatura de sus habitantes. Con todo, el pueblo creyó en las palabras desalentadoras de los otros diez espías y cayó presa de la incredulidad. Como resultado, toda aquella generación fue excluida de la tierra de Canaán. «No pudieron entrar porque no creyeron» (Hebreos 3: 19).

 

Nosotros también somos herederos espirituales de Israel; los herederos según la promesa. Dios promete a través del profeta: «Mi pueblo vivirá en un lugar pacífico, en habitaciones seguras, en residencias tranquilas» (Isaías 32: 19). ¿Estás apoderándote por la fe de lo que ya te pertenece? ¿O la incredulidad impide que recibas tu herencia? Jesús dijo: «Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen» . Si hoy te aferras por la fe a las promesas de Dios, él te dará la herencia celestial.

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