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LA CONFESIÓN HONESTA

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«Oré al Señor mi Dios, y le hice esta confesión: [...] hemos pecado y cometido maldad; hemos hecho lo malo; hemos vivido sin tomarte en cuenta; hemos abandonado tus mandamientos y decretos"» (Daniel 9: 4, 5).

¿Cómo te sientes cuando has cometido un error? ¿Te quedas en silencio y tratas de olvidarlo? ¿O buscas la manera de enmendar el daño y pedir disculpas? La Biblia nos enseña que todos somos pecadores y que necesitamos confesar nuestros pecados a Dios para ser perdonados. Sin embargo, esta confesión debe ser honesta.

 

¿Qué es una confesión honesta? Es aquella que reconoce nuestra culpa sin excusas ni rodeos, que se arrepiente de corazón y que se propone cambiar de actitud. Es aquella que se hace con humildad y sinceridad, sin ocultar nuestras faltas. Es aquella que se hace con fe y esperanza, sabiendo que «Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad» (ver 1 Juan 1: 9).

 

La confesión honesta nos libera de la carga de la culpa y restaura nuestra comunión con Dios y con los demás. Nos permite experimentar el amor y la gracia de Dios, que nos acepta como somos y nos ayuda a crecer en santidad. Nos permite también recibir la sanidad física, emocional y espiritual que necesitamos, pues «la oración fervorosa del justo tiene mucho poder» (Santiago 5: 16). Dios nunca habla a una persona tan íntimamente como cuando ella está sobre las rodillas confesándole sus faltas.

 

Pero la confesión tiene sus reglas. A veces hacernos una confesión pública cuando deberíamos hacerla privada, o una confesión en privado que deberíamos hacer hecho en púbico; a veces hacemos una confesión tan general que no reconocemos nuestros pecados específicos, o tan detallada que involucramos a otros innecesariamente; a veces hacemos una confesión por presión o por conveniencia, sin un verdadero arrepentimiento o propósito de enmendar nuestras faltas.

 

La confesión adecuada es un acto de obediencia y de amor a Dios, que nos muestra el camino de la salvación. No es algo que debamos temer o evitar, sino algo que debemos practicar con regularidad y con gozo. Así podremos disfrutar de La paz y la Libertad que solo Dios puede dar.

 

Examina tu corazón delante de Dios. ¿Hay algún pecado que necesites confesarle hoy? ¿Hay alguna persona a la que debas pedirle perdón o con la que debas reconciliarte?

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